martes, 7 de junio de 2011

Orwellitis aguda.


El Ministerio del Amor era terrorífico. No tenía ventanas en absoluto. Winston nunca había estado dentro del Minimor, ni siquiera se había acercado a medio kilómetro de él. Era imposible entrar allí a no ser por un asunto oficial y en ese caso había que pasar por un laberinto de caminos rodeados de alambre espinoso, puertas de acero y ocultos nidos de ametralladoras. Incluso las calles que conducían a sus salidas extremas, estaban muy vigiladas por guardias, con cara de gorila y uniformes negros, armados con porras.

No sé de qué me suena todo esto.
Será que 1984, al fin y al cabo, no queda tan lejano como pensábamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario